domingo, 6 de febrero de 2011

Tu ausencia.

No he llorado tu ausencia
pero eso no quiere decir que no te sufra.

Lejos,
detrás de columnas verticales,
vives sumergido
en el fango de tu recuerdo.

Y yo aquí,
intentando abrazar fronteras,
caminando a ciegas hacia el olvido que dejo tu brisa.
Caigo,

en el fondo sombrío de la inexistencia,
donde, malheureusement,
no nos encontramos.

No he llorado tu ausencia,
sólo a veces,
creo ni siquiera tenerla.

Estás,
en el recuerdo gris de tu agonía ajena.
Persistes,
en el paréntesis burlesco de la memoria,
y aún así,
en un delicado retablo de contradicciones varias,
amaneces sutilmente,
para iluminar desde el ocaso,
lo que alguna vez llamaste vida.

No he llorado tu ausencia,
pero eso no quiere decir que no te sobreviva.

Deambulas descalzo,
observando llanos y motivos tibios.
Avanzas,
hacia el otro lado del crepúsculo.
Piensas,
en el oculto cadáver que cargas sin prisa,
para al fin intentar, quizás,
desvanecerte en ese aroma,
del cual casi...
ya no queda nada.

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